Fin de semana en Dublín

Este fin de semana hicimos un viaje a Dublín. Aprovechamos el tener los viernes libres para ir entonces, bien temprano. El billete de ida y vuelta desde Cork son 19 euros para estudiantes. Salimos a las 8 de la mañana, en la ruta con paradas en cinco o seis pueblos intermedios, cuatro horas y media de viaje. Para la vuelta tuvimos suerte en tomar el autobus directo, quedando el trayecto en tres horas y media. Lo más sorprendente nada más llegar a Dublín fue el sonido de los semáforos para indicar a los peatones que pueden cruzar. A todos nos cautivó desde el principio ese sonido futurista inicial combinado con una ráfaga de ametralladora.

Como el hostal al que queríamos ir en principio no estaba libre, tuvimos que reservar la primera noche en otro más caro, Barnacles por 24 euros cada uno. Estaba bien en pleno centro de Temple Bar, todo muy limpio, habitaciones en-suite de seis personas (sólo vi dos, no sé si tendrán con otro número), camas cómodas, trabajadores amables, desayuno incluido y cocina y comedor muy amplios. Eso sí, el desayuno muy pobre: zumo y tostadas con mantequilla/mermelada; puede que también hubiese leche, pero no quedaba cuando nos levantamos. Además, había que fregar todo lo utilizado.

El otro hostal, en el que pasamos la noche del sábado fue Ashfield House, también muy céntrico y por 14 euros cada uno. Aquí nos dividieron cinco y cinco, unos en una habitación de seis personas, y los otros en una de 18. Excepto por lo de 18 en la misma habitación (en la cual se sentían las vibraciones de la música de una discoteca cercana, pero yo dormí sin problemas y además cierran hacia las tres), no encontramos diferencias significativas con Barnacles… salvo el desayuno. Esto sí que era un desayuno y lo demás tonterías. Leche y zumo abundante, tres tipos distintos de cereales, yogurt, huevos duros, mantequilla/mermelada y nocilla… y lo que mancharas lo fregaba la casa. Luego la cocina era bastantepeor/pequeña que la de Barnacles, pero no llegamos a utilizarlas en ninguna ocasión. Por lo que me contaron un par de españolas con las que coincidimos en la habitación, si reservas por internet sólo cuesta 10 euros la noche.

Tras dejar las maletas en Barnacles y comer por ahí nos dirigimos al Trinity College —la universidad más antigua de Irlanda— con la intención de ver el Libro de Kells, pero justo ese día cerraron por norecuerdoqué, así que fuimos justo al lado a una zona con varios museos. Allí nos dividimos en subgrupos para ver cada uno lo que le apeteciese más, de modo que yo fui al National Museum. Otros visitaron la National Library y la National Gallery.

En el National Museum se pueden observar, sobre todo, gran variedad de restos arqueológicos del Neolítico y la Edad de Bronce, así como de celtas y vikingos del primer milenio después de Cristo.

Visitar países europeos como Irlanda es un coñazo porque todo cierra a las cinco, así que sólo puedes aprovechar la mitad de la tarde. En España terminando a las ocho o nueve ves el doble de cosas. Al salir, vimos a Molly Malone por la calle, que nos dio oficialmentel a bienvenida a Dublín.

Molly Malone

Así pues, a las cinco tuvimos que abandonar los museos y fuimos a Sant Stephen’s Green Park, que afortunadamente no lo cierran. Éste es un parque con casi cuatrocientos años a sus espaldas, que estuvo cerrado al público durante bastante tiempo, teniendo que pagar por entrar. Hasta que a finales del siglo XIX el Parlamento aprobó una iniciativa de Sir Arthur Guinness (sí, el mismo de la cerveza) por abrirlo gratuitamente al público.

Después de darnos una vuelta por los alrededores regresamos al Hostal a darnos una ducha y tomarnos una breve tregua antes de ir a cenar. Luego un par de pubs y a la cama.

Lo que más me ha sorprendido de los pubs en Dublín es que en todos, absolutamente todos, hay música en vivo por la noche. Daba igual a qué pub entrases, si no había un tio solo cantando con una guitarra, te encontrabas con tres o cuatro con diferentes instrumentos. Daba igual que no hubiese escenario, que pueden estar en cualquier mesa del pub. Además de haber artistas callejeros en cada esquina de Temple Bar, en una proporción muchísimo mayor que en cualquier lugar que haya visto. La primera noche escuchamos en la calle una versión de Another brick in the wall buenísima.

[Tuve los santos cojones que empezar el viaje con la cámara descargada, así que no tengo fotos del primer día. Y el resto de amigos todavía no me han pasado ninguna]

A la mañana siguiente probamos de nuevo en el Libro de Kells y tuvimos más suerte. Es uno de los manuscritos decorado más antiguo que se conserva en Europa y contiene los cuatro Evangelios. Está considerado por muchos especialistas como uno de los más importantes vestigios del arte religioso medieval. En la exposición estaba prohíbido tomar fotografías, así que acabo de fotografiar el folleto.

Aunque a primera vista, pagar ocho euros por ver dos páginas de un libro en una vitrina (¡ni siquiera puedes pasar de página!) pueda parecer estúpido, la cantidad y diversidad de motivos artísticos en todo el libro es increible. Y por supuesto todo acompañado por decenas de paneles y fotos a todo tamaño por todas partes. Disfruté mucho más de lo que esperaba, así que recomiendo la visita a cualquiera. Las siguientes fotografías las he buscado en Google.

Desde allí tomamos un autobus a Kilmainham Gaol, una prisión construida en 1796 protagonista de importantes sucesos en la historia de Irlanda. En la actualidad está reconvertida en un museo que no sólo muestra la vida en la cárcel en diferentes épocas y las sucesivas remodelaciones, sino que además cuenta con documentos históricos como la Declaración de Independencia de la República de Irlanda. La entrada cuesta 3 euros a estudiantes.

Kilmainham Gaol

Proclamación República de Irlanda

En la parte museo había un panel dedicado a la ecuación propuesta por el irlandés Samuel Haughton en 1886 para hacer del ahorcamiento algo «más humano». En efecto, históricamente estas muertes eran tremendamente lentas y dolorosas, pues los ahorcados morían por falta de oxígeno al oprimir la cuerda sus gargantas. Esto era debido a que, o bien los izaban directamente por el cuello y los dejaban colgando, o bien porque la caída era demasiado corta. Sin embargo, Haughton publicó unas ecuaciones demostrando que si la distancia de caída era de entre 1,2 y 1,8 metros, el cuello se partía provocando una muerte instantánea e indolora; convirtiéndose esa distancia en un estándar de la muerte. Este método fue mejorado pocos años después por William Marwood para utilizar diferentes distancias dependiendo de la fuerza, tamaño y peso del condenado.

Hanging Equation

Junto a esta ecuación había una pantalla táctil con información variada sobre el debate de la pena capital. Además incluía una encuesta (con el resultado público) en la que todo visitante al museo podía participar. ¿Crees en la pena capital? A favor. En contra.

Votación pena capital

Al salir, comimos en un restaurante cercano y reanudamos la marcha. A mitad del camino nos encontramos con una espectacular imagen, el coche-jardín, que inmediatamente decidimos que debía convertirse en un must-see de Dublín. La situación exacta la desconozco, pero ha de ser en las calles Kilmainham Ln o Bow Ln W streets entre Kilmainham Gaol y la Guinness Storehouse.

Coche-jardín

La próxima parada fue Guinness Storehouse el edificio original donde empezó a fabricarse al cerveza Guinness, reconvertido ahora en un gigantesco museo que te muestra la historia de la cerveza e innumerables detalles acerca de todo el marketing en torno a ella. La entrada para estudiantes son 11 euros que incluyen una cerveza en el bar de la última planta. Este bar, con paredes de cristal, proporciona una impresionante panorámica de Dublín, ya que es uno de los lugares más altos de la ciudad. En la primera planta hay una gigantesca tienda con todos los productos típicos en plan camisetas, llaveros, gorros, tazas…

black is beautiful

store

ruby red

En realidad, la cerveza puede ser intercambiada dos pisos más abajo en otro mini-bar en el que, tras las indicaciones de cómo hacerlo (1 y 2), tú mismo tiras la pinta y te dan un diploma. Una chorrada para turistas idiotas, pero es más entretenido que pedirte una cerveza más como en cualquier otro bar. Entramos a las cuatro, y entre colas y tal, empezamos la visita después de las 4:30, pero afortunadamente no nos echaron del edificio cuando cerraron a las cinco, y nos fuimos hacia las 19:30.

certificado

Después de cenar hicimos acto de presencia en el Temple Bar, el famoso pub que comparte nombre con el barrio y que presume de servir todos los whiskeys que se destilan en Irlanda. Como no se podía estar nos fuimos a otro pub al otro lado del río, cerca del Spire un simple y delgado palo que ya me gustaría a mí saber cómo se tiene en pie (es la construcción más alta de Dublín con sus 120 metros) y además es la escultura más alta del mundo. De camino nos cruzamos con James Joyce.

temple bar

whiskeys

James Joyce

El pub se llamaba The Celt y estaban tocando unos chavales jóvenes violín, guitarra y lo que supongo debía ser un Buzuki irlandés. Para alguna canción se les juntó una señora mayor que bebía más que cualquier hombre que haya visto en mi vida y otro señor mayor; ambos tenían pinta de ser clásicos del bar. Además casi todo el tiempo les acompañó un espontáneo con un armónica. Creo que era un espontáneo porque no hablaba con los que tocaban y estaba un poco separado de todos. Aparte de la típica música irlandesa tocaron versiones de canciones famosas como Creep de Radiohead o I’m Yours de Jason Mraz. La canción con la que acabaron y cerraron el bar tenía toda la pinta de ser el himno de la República de Irlanda. (La foto del cartel es de una amiga).

the celt

El plan para el día siguiente era visitar el museo dedicado a James Joyce (¿estoy obligado a leer el Ulises este año?) y algo más por allí cerca, pero al ser domingo iba a estar cerrado por lo que fuimos a la Catedral de la Santísima Trinidad, popularmente llamada Christ Church Chatedral. Fundada poco después de 1028, adquirió su aspecto actual a partir del año 1172, aunque ha sufrido innumerables modificaciones durante los siglos posteriores. Desgraciadamente llegamos en algún momento entre las 10 y las 11, y las visitas empiezan a las 12’30, por lo que tuvimos que contentarnos con verla por fuera.

Christ Church Cathedral

A continuación nos acercamos al Dublin Castle, el lugar desde el que los británicos gobernaron estas tierras desde su conquista a finales del siglo XII hasta la declaración de la República de Irlanda en 1922. Es un gran complejo creado en torno al castillo que edificaron los normandos en 1204 bajo las órdenes de Juan de Inglaterra poco después de haber tomado el país. Sin embargo no queda mucho de esa época y la mayoría de edificios son del siglo XVIII, con lo que pese al nombre tiene más aspecto de palacio que de castillo.

plano dublin castle

Ahí nos encontramos con una visita del Free Tour a la que nos unimos durante un rato aprendiendo más sobre el lugar (hasta que hicieron un alto de 20 minutos para tomar café y aprovechamos para irnos). El guía era buenísimo, muy animado y divertido, con lo que merece mucho la pena. Ya el día anterior me habían recomendado el Free Tour unas españolas con las que coincidimos en la habitación y si todos los guías son como éste, es algo que merece la pena si vas a Dublín y quieres conocer esa zona. En una zona del Dublin Castle había unas casas que el guía definió acertadamente como legos.

lego

Eran las 12:30 pasadas así que decidimos volver a la Christ Church Cathedral para verla por dentro. Con carnet de estudiante, la entrada son sólo tres euros. Ofrecen audioguías por otros tres euros, pero también tienen en la entrada un folleto informativo con información más que suficiente de cada uno de los puntos de interés del lugar.

Las dos últimas fotos son el suelo de la catedral y la pila bautismal. Tuvimos la suerte de que cuando llegamos, y por largo rato, un músico acompañó nuestra visita tocando el órgano, y pasear por una catedral con esa música de fondo es una gran experiencia. El órgano, para los que entiendan, es un moderno instrumento a tres bandas manuales, hecho en 1984 por Kenneth Jones, de Bray.

También hay una cripta datada en los años posteriores a 1171 cuyo bosque de columnas soporta el peso de la catedral. Su enorme tamaño la convierte en una de las criptas medievales más grandes de Gran Bretaña e Irlanda. Aquí también están las dos cosas más sorprendentes. Primero, el Coffe Shop, una cafetería en mitad de la cripta. Jamás se me hubiera ocurrido encontrar una cafetería en una catedral, pero ahí la tienes, y con un buen montón de sofás. Esto también hace que en lugar de que la cripta huela a piedra vieja y a humedad, huela a café.

La otra cosa increible, no sólo de la catedral sino de todo Dublin, fue el gato y la rata momificados. Según la historia que se suele contar, hacia 1850-60 una rata comenzó a subir por uno de los tubos del órgano para escapar del gato que la perseguía. Éste, sin embargo, decidió perseguirla también, metiéndose ambos tan adentro que terminaron atrapados (los tubos son cada vez más estrechos), el ambiente frío y seco de la catedral hicieron el resto y quedaron momificados. No he conseguido descubrir cuándo los descubrieron (me temo que cuando instalaron el nuevo órgano en 1984), pero el caso es que en lugar de tirarlos como habría hecho cualquier persona normal, debieron de pensar que sería una fantástica idea meterlos en una vitrina y exhibirlos al público. Y vaya si lo hicieron. En realidad supongo que la primera reacción sería tirarlos a la basura, pero una noche de chupitos terminada con un «A qué no…» hicieron el resto. (La foto del letrero es de una amiga).

De allí nos fuimos a comer y después tres de nosotros aprovechamos que unos cuantos querían comprar unas cosas por el centro de camino al hostal para tomarnos un auténtico café irlandés en el sitio más típico, el Temple Bar. Con lo que a mí me gusta, y llevo casi un mes en Irlanda y todavía no había tomado ninguno, pero la espera mereció la pena. Ahora habrá que ver cómo lo introduzco en mi menú diario en Cork. Una vez saciados, fuimos a la estación a tomar el autobus que nos conduciría a casa.

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1 comentario

  1. Eres un estupendo fotógrafo. Los videos tienen la desventaja de que los «pannings» (perdón por el anglicismo) son muy rápidos y no permiten ver los detalles. Tu documentación es de primera clase.
    Dentro de un mes mi esposa y yo visitaremos Dublin, así que tu información nos vino de perilla. Nos alojaremos justamente en la zona de Trinity College en un hotel (¡faltaba más!) que se llama Temple Bar Hotel en Fleet Street. Viviendo en un país tan calientito, le tenemos un poco de miedo al frío y a los chubascos de Irlanda. ¿Sabes que podemos esperar de ello?
    Uno de los motivos de nuestro viaje es ver el Libro de Kells (aunque sean las dos páginas que dices son las únicas que muestran). Yo soy editor de libros de medicina y, como es obvio, los libros son mi pasión intelectual. También tengo pasiones menos intelectuales,
    Gracias por tu comunicación. Alma y Jorge Avendaño.

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