De la abstención, el voto nulo y el voto en blanco como herramientas de protesta

No entiendo cómo puede seguir habiendo dudas sobre el significado, repercusión y efectos de los distintos tipos de voto (nulo, blanco, abstención, partidos), yo creo que es un tema que no se deja nunca claro a propósito en los medios generalistas para que la gente se siga equivocando y beneficiando a los mismos hijos de puta de siempre.

A la hora de repartir escaños sólo se consideran las candidaturas de aquellos partidos que hayan obtenido un número de votos de al menos el 3% del total de votos válidos. Así pues, emitir votos válidos (como son los votos en blanco o a un partido) lo único que hace es AUMENTAR la cantidad de votos que necesitarán los partidos pequeños para poder optar a un escaño. De todas las opciones para un voto de castigo, el voto en blanco es la más absurda, pues lo que hace es dar ventaja a los partidos mayoritarios. Hay que admitir que esto al final sólo acepta en circunscripciones grandes en las que se juegan muchos diputados, pero ése es el efecto. La interpretación habitual que se hace del voto en blanco viene a ser que se acepta el resultado de la mayoría.

Los votos nulos no presentan este problema, y por eso hay muchos que los defienden como la forma más visible de demostrar el desontento; pero en mi opinión tampoco son una buena herramienta de protesta, al ser contabilizados en el conteo total. Es decir, aunque en una votación haya un 20% de votos nulos, luego sí los van a tener en cuenta para hablar de la cantidad de gente que participa en este nefasto sistema, dándole así legitimidad a esas elecciones. Se podrá argumentar que estos nulos no le pueden dar ninguna validez porque son votos protesta; pero a la hora de la verdad es una cifra que nunca se escucha más allá del día del escrutinio, y luego únicamente se recuerdan las cifras totales de participación, en las que sí se suman, y son las que se comparan para analizar el interés de un cierto comicio electoral.

Las abstenciones reales, sin embargo, son lo que realmente pueden considerarse voto protesta sin ambages, y por eso toda la publicidad institucional nos anima a votar, sea a lo que sea. Necesitan que participemos en la fiesta de la mierdocracia porque la única forma de justificar el resultado es que haya participado una amplia mayoría. Sí, todos sabemos que aunque vote el 30% de la gente las elecciones seguirían siendo válidas porque no existe ninguna ley a día de hoy que exija una mínima participación (como sería de recibo en cualquier democracia bien establecida), pero moralmente es una absoluta derrota para el sistema. Ningún sistema democrático puede sostenerse en el apoyo de una reducida fracción de la sociedad. Una vez hay una abstención considerablemente superior al 50% el gobierno carece de toda legitimidad y no tiene ningún tipo de justificación para sobreponerse sobre otras alternativas que pudieran surgir para disputarse el espacio de poder con este estado fallido. Por supuesto aunque esto sucediera en España, seguirían a lo suyo y llegarían a formar gobierno, pero la situación terminaría por ser bastante insostenible. Por eso la abstención es la única herramienta real de protesta cuando entiendes que no tiene sentido participar en un sistema podrido y no democrático como el nuestro.

La libertad de expresión y el derecho a voto son condiciones necesarias PERO NO SUFICIENTES para hablar de una democracia de pleno derecho. Es necesaria una separación real de poderes con los contrapesos adecuados, un control ciudadano que permita la revocación de los parlamentarios, un sistema que garantice la realidad las promesas electorales, una ley electoral justa, un sistema con unas leyes que garanticen la imposibilidad de la corrupción y la prevaricación (y las castigue adecuadamente en el complicado caso de suceder), unas campañas electorales en igualdad de condiciones que no supongan una clara ventaja para los partidos con mayores apoyos financieros, y otra serie de derechos sociales básicos que cada día son más impunemente violados. Lo que tenemos es una tomadura de pelo. Votar al buenismo no va a cambiar nada porque el sistema está trucado y podrido desde la propia raíz. Lo que necesita este país no es un partido con buenas intenciones, sino iniciar un proceso constituyente que nos permita volver a tomar el control de la situación y establecer las reglas básicas para poder hablar de una democracia en condiciones.

Hasta que no llegue un partido real de confluencia con el único programa electoral de iniciar una asamblea constituyente, y que además se comprometa a cumplir firmando un acta notarial, todo lo demás es perder el tiempo.

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