El animal más inteligente: El Camello

El camello comprendía perfectamente todo lo que estaba ocurriendo. Tres estómagos y un sistema digestivo que no tiene nada que envidiar a una destilería industrial te proporcionan mucho tiempo para no hacer nada y pensar.
No es casualidad que las matemáticas más avanzadas suelan inventarse en los países cálidos. Eso se debe a la resonancia mórfica de todos los camellos, quienes poseen esa expresión desdeñosa que los ha hecho tan famosos como resultado natural de una increíble habilidad para plantear y resolver ecuaciones cuadráticas.
Casi nadie es consciente de que los camellos tienen una aptitud natural para las matemáticas avanzadas, especialmente en todas las facetas de éstas relacionadas con la balística. La evolución les hizo adquirir esa aptitud porque aumentaba considerablemente las posibilidades de sobrevivir. Otros ejemplos de rasgos útiles para la supervivencia son la coordinación entre la mano y el ojo de los seres humanos, el camuflaje de los camaleones y la famosa habilidad para salvar marineros a punto de ahogarse de que dan muestra los delfines cuando existe el más mínimo riesgo de que otros seres humanos se encuentren lo bastante cerca para ver lo que realmente les gustaría hacer —normalmente partirlos en dos de un mordisco—, con los comentarios desfavorables y la lógica
hostilidad posterior que provocaría ese tipo de comportamiento.
La verdad es que los camellos son mucho más inteligentes que los delfines.* Su inteligencia es tan superior a la de estos que no tardaron en comprender que lo más prudente que puede hacer un animal si no quiere que sus descendientes pasen mucho tiempo encima de una losa con electrodos metidos en el cerebro, colocando minas en el casco de algún barco o siendo tratados con espantosa condescendencia por manadas de zoólogos es asegurarse de que los malditos humanos no averigüen lo inteligentes que son. Así pues, los camellos decidieron ya hace mucho tiempo adoptar un estilo de vida que les garantizaba alimentación y cuidados adecuados y la posibilidad de escupir en el ojo a un humano y salir bien librados a cambio de que aguantaran llevar cargas de un lado a otro y se dejaran pinchar con objetos punzantes.
Y aquel camello en particular —el resultado de millones de años de evolución selectiva orientada a producir una criatura que pudiese contar los granos de arena sobre los que caminaba, tensar los músculos de sus fosas nasales cerrándolas a voluntad y sobrevivir bajo el sol abrasador sin beber agua durante muchos días—, se llamaba Maldito Bastardo.
Y, de hecho, era el matemático más genial de todo el Mundodisco.
Maldito Bastardo estaba pensando. «Parece que nos encontramos ante una inestabilidad dimensional creciente que a juzgar por su aspecto oscila desde los cero hasta casi los cuarenta y cinco grados. Qué interesante. Me pregunto qué la estará causando… Supongamos que V es igual a 3. Supongamos que Tau es igual a Chi/4. rumiarumiarumia. Supongamos que Kappa/y es un tensor diferencial del dominio Monstruo Maloliente** con cuatro coeficientes de giro imaginarios…»

*Nunca confíes en una especie que sonríe todo el tiempo. Está tramando algo.
**El matemático más prodigioso que ha dado la especie de los camellos a lo largo de toda su historia. Inventó una matemática del espacio octadimensional mientras estaba acostado con las fosas nasales contraídas para que no le entraran los granos de arena durante una violenta tempestad del desierto.

Terry Pratchett — Pirómides

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4 comentarios

  1. Enlazo tanto aquí como en la otra anotación a los libros en PDF de los que la he sacado. Detesto leer en el ordenador pero a otros no les disgusta tanto. No obstante, seguro que están en cualquier biblioteca o librería.

    La semana que viene pensaba escribir un post sobre tan desternillante mundo.

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