Una Odisea Espacial 2001

Hace muchísimo tiempo que Varislav me prestó este famoso libro que Arthur C. Clarke escribió a partir del guión que creó junto a Stanley Kubrick para la película 2001: Una odisea del espacio. Creo que empecé a leerlo, pero lo dejé a las pocas páginas; imagino que en una combinación de temporada no lectora más un inicio algo pesado. La semana pasada decidí darle otra oportunidad y he quedado muy satisfecho.

Quizás si no tienes gran ilusión por leerlo puede resultar algo cansado: aunque los 60 estén realmente cerca, la traducción contiene expresiones y palabras que ya apenas se usan («me perezco por saberlo»), y la temática quizás sea un tanto extraña para algunos. Aún así, me ha parecido una lectura de lo más recomendable.

Sin lugar a dudas, lo mejor del libro, es que explica con todo detalle lo que ocurre y por qué, muy al contrario de lo que a mi gusto sucede con la película. Al final no te quedas con el desagradable regusto de no haber entendido absolutamente nada.

En el prólogo, Román Gubern copia un extracto de una entrevista a Kubrik por la revista Positif, donde relata las razones que le llevaron a escoger el tema de su película:

 «La imaginación se desencadena libremente cuando se considera lo que podría ser la evolución última de la inteligencia, no en diez mil años, ni en cien mil años, sino en millones de años. Pues nuestro Sol no es particularmente viejo. En gran número de otros mundos, la vida y la inteligencia se crearon hace mucho más tiempo. Lo que también me ha fascinado es que, cuando se trata de imaginar las posibilidades de la inteligencia en un millón de años, uno se da cuenta de que la vida alcanzará varios niveles.
En primer lugar, la inmortalidad biológica. Los químicos piensan que se puede detener con medios químicos el envejecimiento de las células, e incluso invertir su proceso. Esto constituye la primera etapa, en trescientos o quinientos años.
En una etapa posterior, en diez o cincuenta mil años, las máquinas-inteligencias desempeñarán un primer papel en el planeta, pues todas las experiencias que las criaturas biológicas puedan conocer podrán ser también vividas por las máquinas.
Tendremos un mundo en el que las máquinas serán más útiles que los hombres porque no estarán limitadas por sus experiencias personales, sino que dispondrán de toda la experiencia que es posible registrar.
En una etapa final, se llegará a entidades que tendrán un conocimiento total y podrán convertirse en seres de energía pura, en una especie de espíritus.  Tendrán probablemente una potencia cuasi-divina: comunicación telepática con todo el Universo, dominio completo sobre todas las materias, capacidad para hacer cosas que hoy se atribuyen solamente a Dios. Esto es lo que me fascinó en el tema, es el fondo de la película y su razón de ser».

Aunque sea Kubrick hablando sobre su película, tanto ella como el libro son fruto del trabajo contunto entre él y Clarke, así que también es aplicable a lo leído en el libro. Quiero citar un par de textos en su contexto, así que explicaré parte de la trama, si alguien no conoce la historia y piense leer el libro, quizás no deba seguir. Si ya habéis visto la película, no os descubriré nada nuevo, pero creo que ayudará a comprender.

Al inicio comienza narrando la dura vida de una «tribu» de monos, en una seca llanura africana. Pese a estar rodeados de potencial comida, los miembros de estos simios no son lo suficientemente fuertes como para matar a los animales con los que conviven, así que se limitan a forrajear lo que pueden.

La llegada del monolito cambia las cosas, y durante varias noches se apodera de sus cerebros probando diferentes acciones y mostrándoles imágenes de una vida mejor y de la utilización de herramientas. Introduce el malestar en sus vidas, la incomodidad de saber que podrían vivir mucho mejor. Esto es, a mi juicio, lo que quiere Clarke que entendamos como la causa final de que finalmente decidan empuñar un hueso como arma. Los últimos párrafos de esta parte terminan así:

   «El primer hombre verdadero tenía herramientas y armas sólo un poco mejores que las de sus antepasados de un millón de siglos atrás, pero podían usarlas con mucho más habilidad. Y en algún momento en los oscuros milenios pasados, habían inventado el instrumento más especial de todos, aún cuando no pudiera ser visto ni tocado. Habían aprendido a hablar, logrando así su primera gran victoria sobre el Tiempo. Ahora, el conocimiento de una generación podía ser transmitido a la siguiente de modo que cada época podía beneficiarse de las que la habían precedido.
A diferencia de los animales, que conocían sólo el presente, el hombre había adquirido un pasado, y estaba comenzando a andar a tientas hacia un futuro.
»

Una vez encuentran otro monolito en la Luna y descubren su envío de señales radioeléctricas en dirección a Saturno al contacto con la luz solar, fletan una nave espacial para averiguar qué ocurre allí. En ella viajan tres científicos hibernando que conocen el verdadero objetivo de la misión, y dos pilotos de la nave que piensan que sólo es un viaje de exploración para saber más de este planeta. El sexto tripulante es el ordenador HAL 9000, cerebro y sistema nervioso de la nave, que se encarga de realizar la mayor parte de las tareas de control. Se trata de una potente inteligencia artificial que también conoce el objetivo real de la misión.

De hecho, HAL (computador ALgorítmico Heurísticamente programado) está tan conseguido, que llega a tomar consciencia de sí mismo, con los problemas que ello acarrea. Se da cuenta de que está mintiendo constantemente a los dos pilotos al conocer el verdadero objetivo de la misión y ellos no, de modo que reflexiona que cuando lleguen a su destino ellos lo sabrán y no podrán confiar más en él. De hecho, puesto que ningún ordenador de la serie HAL 9000 se ha equivocado jamás, este comportamiento podría ser considerado como tal. Así pues, intenta primero frustrar la comunicación entre la nave y la Tierra para que no se descubra el pastel, pero lo único que consigue es que los tripulantes se planteen su desconexión al comprobar que no se está comportando normalmente. HAL descubre las intenciones de los humanos, y trata de evitarlo como puede, terminando sólo con Dave Bowman como único superviviente de los cinco astronautas y las funciones de más alto nivel cerebral del ordenador, desactivadas.

Cuando la nave ya está llegando a Saturno, Clarke nos descubre por qué los monolitos, en el capítulo 37 – Experimento, que reproduzco íntegro:

«Ahora estaba finalizando la larga espera, en otro mundo aún, había nacido la inteligencia, y estaba escapando de su cuna planetaria. Un antiguo experimento estaba a punto de alcanzar su apogeo.
Quienes habían comenzado este experimento, hacía tanto tiempo, no habían sido hombres… ni siquiera remotamente humanos. Pero eran de carne y sangre, y cuando tendían la vista hacia las profundidades del espacio, habían sentido temor, admiración y soledad. Tan pronto como poseyeron el poder, emprendieron el camino a las estrellas.
En sus exploraciones, encontraron vida en diversas formas, y contemplaron los efectos de la evolución en mil mundos. Vieron cuán a menudo titilaban y morían en la noche cósmica las primeras chispas débiles de la inteligencia.
Y debido a que en toda la Galaxia no habían encontrado nada más precioso que la mente, alentaron por doquier su amanecer. Se convirtieron en granjeros en los campos de
las estrellas; sembraron, y a veces cosecharon.
Y a veces desapasionadamente, tenían que escardar.
Los grandes dinosaurios habían perecido tiempo ha, cuando la nave de exploración entró en el Sistema Solar tras un viaje que duraba ya mil años. Pasó rauda ante los helados planetas exteriores, hizo una breve pausa ante los desiertos del agonizante Marte, y contempló después la Tierra.
Extendido ante ellos, los exploradores vieron un mundo bullendo de vida. Durante años estudiaron, seleccionaron, catalogaron. Cuando supieron todo lo que pudieron,
comenzaron a modificar. Interfiriendo en el destino de varias especies, en tierra y en el océano. Mas no podían saber cuando menos hasta dentro de un millón de años cuál de sus experimentos tendría éxito.
Eran pacientes, pero no inmortales. Había mucho por hacer en este Universo de cien mil millones de soles, y otros mundos los llamaban. Así, pues, volvieron a penetrar en el abismo, sabiendo que nunca más volverían.
Ni había ninguna necesidad de que lo hicieran. Los servidores que habían dejado harían el resto.
En la Tierra, vinieron y se fueron los glaciares, mientras sobre ellos la inmutable Luna encerraba aún su secreto. Con un ritmo aún más lento que el hielo polar, las mareas de la
civilización menguaron y crecieron a través de la Galaxia. Extraños bellos y terribles imperios se alzaron y cayeron, transmitiendo sus conocimientos a sus sucesores.
No fue olvidada la Tierra, pero otra visita serviría de poco. Era uno más de un millón de mundos silenciosos, pocos de los cuales podrían nunca hablar.
Y ahora, entre las estrellas, la civilización estaba dirigiéndose hacia nuevas metas. Los primeros exploradores de la tierra habían llegado hacía tiempo a los límites de la carne y la sangre; tan pronto como sus máquinas fueran mejores que sus cuerpos, sería el momento de moverse. Trasladaron a nuevos hogares de metal y plástico sus cerebros y luego sus pensamientos.
En esos hogares erraban entre las estrellas. No construían ya naves espaciales. Ellos eran naves espaciales.
Pero la era de los entes- máquina pasó rápidamente. En su incesante experimentación, habían aprendido a almacenar el conocimiento en la estructura del propio espacio, y a conservar sus pensamientos para la eternidad en heladas celosías de luz. Podían convertirse en criaturas de radiación, libres al fin de la tiranía de la materia.
Por ende se transformaban actualmente en pura energía: y en mil mundos, las vacías conchas que habían desechado se contraían en una insensata danza de muerte, desmenuzándose luego en herrumbre.
Ahora eran los señores de la Galaxia, y estaban más allá del alcance del tiempo. Podían vagar a voluntad entre las estrellas, y sumirse como niebla sutil a través de los
intersticios del espacio. Mas a pesar de sus poderes, semejantes a los de los dioses, no habían olvidado del todo su origen, en el cálido limo de un desaparecido mar.
Y seguían aún los experimentos que sus antepasados habían comenzado hacía ya mucho tiempo.»

Al final Dave Bowman entra, sin quererlo, por La Puerta de las Estrellas, una construcción en un satélite de Saturno que lleva a lo que parece un Agujero de Gusano y que tras un largo viaje termina por llegar al lugar donde debió de haber vivido esa civilización que han alcanzado ese estado de pura energía cuando todavía estaban atados a la materia. Ahí han preparado una habitación al estilo de la Tierra, con la información que han obtenido de las emisiones de televisión y radio de algunos años atrás. Todo, obviamente, con la intención de que se sintiera cómodo. Una vez ve que no hay peligro, cae dormido por el cansancio, y duerme por última vez. Y ahí ya se introducen estos futuristas seres en su mente para moldearla y ayudarle a alcanzar su estado superior de energía.

Bueno, para contar esos detalles que me apetecía reseñar he «resumido» todo el libro, pero bueno. Si a alguien le ha animado a leerlo, he encontrado el libro para bajar en pdf. Es suficientemente corto como para ser legible en el ordenador.
Ayer volví a ver la película, teniendo los conocimientos que aporta el libro, pero me he dado cuenta de que cambian algunas cosas, que son las que la hacen más ininteligible. A ver si me animo en un par de días a comentarlo.

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4 comentarios

  1. Tengo pendiente dos libros de Arthur C. Clarke, uno este, y otro «La ciudad y las estrellas», serán los primeros que lea de este autor, después de devorar casi todos los libros que he encontrado de ciencia ficción de Isaac Asimov. Si no lo has leído, te recomiendo «El fin de la eternidad», es el mejor libro que he leído nunca.
    Saludos.

  2. De Arthur C. Clarke también es el cuento que originó la idea de la película.
    «El Centinela»
    http://www.galeon.com/letrasperdidas/consagrados/c_clarke01.htm

    El otro día vi la película de nuevo. Y me sigue pareciendo una joya. Ambigua y complicada, es verdad, pero eso tiene su encanto.
    Yo siempre había considerado el fallo de HAL como un lance más del guión, para darle vidilla a la historia. Pero el otro día, viéndola, pensé en lo que dices, en cómo obligan a la máquina a mentir y eso le atormenta. A veces es fantástico interpretar, todos tenemos dentro un escritor de ciencia ficción. Leeré el libro, a ver si he acertado en el resto de suposiciones.

  3. Lo que comentas pasa muchas veces, los libros aclaran muchas más cosas que las películas. Pasa igual en Blade Runner, una buena peli desde luego, pero muy por debajo del libro en el que se basa en cuanto a la filosofía y a la reflexión.
    Y ya que estamos recomendando, de Clarke es «Cita con Rama», canela fina.

  4. La verdad es que la ciencia-ficción es un género con el que disfruto, pero que me causa recelo a la vez. Me encanta porque para la mayoría, el futuro sólo es un escenario, un lugar en el que crear más fácilmentente situaciones extremas para los protagonistas y enfrentarlos a duros dilemas. Me gustan todos aquellos que intentan profundizar en la esencia del ser humano. Una historia que se limite a hablar de alienígenas y tecnología punta no me llenaría. Blade Runner, El Juego de Ender, 1984, Mundo Feliz, Farenheit 451… son claros ejemplos de libros que me apasionaron.

    Nesta, de Asimov siempre había creído que serían del tipo de la ciencia ficción que he dicho ahí que no me atraen, pero recientemente un amigo me ha confirmado que no es así, de modo que cualquier día me lanzaré con la Fundación o ése mismo que me recomiendas tú.

    HombreRevenido, sí, la película es genial, toda una maravilla visual y que permite que te montes tus suposiciones, lo cual también está bien, pero hay cambios que no me convencen demasiado. Al final, con el viaje interestelar, yo creo que se excede. Podría haber ahorrado unos minutos de caleidoscopio y contar más cosas. O las escenas en la habitación final, en las que Dave va viéndose cada vez más viejo, dando saltos temporales, yo la verdad es que no entendí muy bien qué quería representar eso. O el asesinato «premeditado» de HAL a los hibernados, en el libro mueren de forma secundaria, como efecto de otra acción. Aunque hay que decir que Kubrick consiguió que fueran totalmente frías y ajenas al espectador de una forma perfecta.

    Creo que 2001 además de sacar ideas de El Centinela, también lo hace de otro relato de Clarke. ¿Lo has leído? Trataré de buscarlo si merece la pena. Ahora mismo estoy, como se deduce de mi último post, con un libro de Aldous Huxley (Mundo Feliz) con cuatro relatos, el primero de ellos, El Joven Arquímedes.

    Ponzonha, Sí, me ha pasado toda la vida. Siempre que he tenido ocasión de leer el libro en el que se basa una película, he quedado mucho más encantado por el libro, y a veces hasta la película no te gusta como tal. Con Blade Runner estoy totalmente de acuerdo, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? es increíble a nivel de reflexión y planteamiento. La verdad es que la película se aleja bastante y cuenta casi otra historia con los mismos nombres. Otra película de Kubrick basada en otro libro enormísimo es La naranja mecánica, la cual creo que es una de las pocas películas que tengo al mismo nivel que el libro.

    ¡Saludos!

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