Los tres niveles de información del mensaje

En estos ejemplos de desciframiento de mensajes fuera de contexto, podemos distinguir muy claramente tres niveles distintos de información; (1) el mensaje marco; (2) el mensaje exterior; (3) el mensaje interior. Estamos más familiarizados con el (3), el mensaje interior, del cual se supone que es lo que debe transmitirse: las experiencias emotivas, en música; el fenotipo, en genética; el sistema de gobierno y los rituales de las antiguas civilizaciones, en las inscripciones arqueológicas, etc.

Comprender el mensaje interior es haber extraído la significación pensada por el emisor.

El mensaje marco es el mensaje: «Soy un mensaje; ¡decodifíquenme, si pueden!»; es transmitido en forma implícita por las meras apariencias físicas de cualquier portador de información.

Comprender el mensaje marco es advertir la necesidad de un mecanismo decodificador.

Si el mensaje marco es reconocido como tal, la atención entonces se desplaza hacia el nivel (2), el mensaje exterior. Este consiste en la información transportada implícitamente por los modelos simbólicos y las estructuras del mensaje, la cual señalará cómo decodifícar el mensaje interior.

Comprender el mensaje exterior es construir, o saber cómo
construir, el mecanismo decodifícador adecuado que debe
aplicarse al mensaje interior.

El nivel exterior es forzosamente un mensaje implícito, en el sentido de que el emisor no puede estar seguro de que será comprendido. Sería un esfuerzo inútil incluir instrucciones para orientar la decodificáción del mensaje exterior, pues pasarían a formar parte del mensaje interior, el cual sólo puede ser comprendido cuando se ha descubierto el mecanismo decodifícador. Por este motivo, el mensaje exterior es, necesariamente, un conjunto de disparadores, y no un mensaje que puede ser revelado por un decodificador.

[…]

No serviría de nada que el mensaje interior incluyese una traducción de la oración: «Este mensaje está en japonés», pues ello requeriría de alguien que sepa japonés para leerlo. Y después de leerlo, ese alguien tendría que reconocer el hecho de que, como está en japonés, él puede leerlo. Para escapar de esto, hay que incluir traducciones de «Este mensaje está en japonés» en muchos idiomas. Desde el punto de vista práctico, eso serviría de ayuda, pero en el plano teórico la dificultad sigue siendo la misma. Un hablante de español tiene que, todavía, reconocer la «españolidad» del mensaje; de otro modo, no le será útil. En consecuencia, no se puede evitar el problema de descubrir cómo descifrar el mensaje interior desde fuera; el mensaje interior mismo puede proveer indicios y corroboraciones pero, en el mejor de los casos, éstos no son sino disparadores que actúan sobre el descifrador.

[…]

Corresponde a la naturaleza misma del mensaje exterior el no ser transmisible en ningún lenguaje explícito. Establecer un lenguaje explícito para transmitir los mensajes exteriores no sería un avance: ¡sería una contradicción en los términos! Comprender el mensaje exterior es siempre un obstáculo propio de la tarea del oyente. Si lo resuelve exitosamente se abrirá paso hacia el interior y en esta otra etapa la proporción de significaciones explícitas experimentará un notable incremento. Por comparación con los estadios anteriores, el esclarecimiento del mensaje interior parecerá poco costoso. Es como si su comprensión se hubiese ampliado de pronto.

Gödel, Escher y Bach: un Eterno y Grácil Bucle

Douglas Hofstadter

Me ha parecido una reflexión tan interesante como obvia, pero en la que jamás había reparado directamente hasta ahora. La forma en que se codifica un mensaje (el idioma, por ejemplo, con sus sonidos, o su escritura) contiene en sí mismo toda la información requerida por el receptor para reconstruir la información que el emisor desea compartir.

Y como bien apunta Hofstadter durante estas reflexiones, la información inherente al mensaje exterior puede ser realmente enorme, por todo lo que implica comprender cómo funciona el sistema codificador/decodificador y los significados y asociaciones conscientes o subcoscientes de los términos.

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