El Waterloo de la industria discográfica

«Nos hemos acostumbrado a leer impávidos las crónicas del desastre de la industria musical, derrotada por las descargas ilegales. Asombra saber que pudo ser de otro modo. El 15 de julio de 2000, hubo una reunión en Sun Valley (Idaho) entre accionistas de Napster, promotores del intercambio de archivos MP3, y los jefes de Universal, Sony y otros disqueros.

[…] Pero la cumbre en Idaho resultó un fracaso: Napster ofrecía ir a medias con las disqueras, pero éstas exigían más del 90% del pastel.

Las editoras sabían que, con la ley en la mano, eran propietarias de la mayor parte del material que fluía por la Red. Acertaron: pocas semanas después, una juez de San Francisco dictaminaba que no se podía permitir el intercambio de canciones con copyright. Napster se hundió, aunque hubo un intento posterior de relanzarlo como servicio legal. Las discográficas desecharon la oportunidad de subirse a un fabuloso modelo de negocio (y un extraordinario instrumento de mercadotecnia). Pasarían años antes de que la industria musical asumiera las nuevas pautas de consumo y fuera capaz de vender descargas; lo hicieron tan mal que un intruso como Apple se impuso con iTunes y el iPod. Para entonces, se habían multiplicado las redes P2P, habituando a centenares de millones de personas a bajarse música -y películas- gratis.

[…]

Knopper recuerda que la industria vivió años de vacas increíblemente gordas entre 1984 y 2000, gracias a una afirmación discutible y una clara mentira: convencieron al público de que el CD era un soporte superior al elepé y que su fabricación era más cara. Se multiplicó por dos el precio de un lanzamiento y se persuadió al público a pagar el doble por música que ya poseía en vinilo. Además, se desatendió conscientemente el mercado del single (es decir, la canción suelta) para potenciar el disco largo, abundante en rellenos pero más rentable.»

Muy interesante el artículo de Diego A. Manrique titulado El Waterloo de la Industria Discográfica sobre el libro de «Steve Knopper, Appetite for self-destruction, recién publicado en EE UU. El subtitulo resume su argumento: “El espectacular fracaso de la industria del disco en la era digital”». Lo reseña Pasa la vida, el blog que he recomendado esta tarde.

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2 comentarios

  1. La industria discográfica llega tarde al mundo digital porque hay muchos chorizos que se hacen ricos sin dar un palo al agua, y el hecho de poder decargar una canción de Internet (pagando) hace que el trabajo de la discográfica y de los muchos intermediarios que hay en ese mundo sea algo prescindible.

  2. Estoy de acuerdo. Pensarían que su trabajo no tendría sentido cuando, mediante internet, los artistas pudieran distribuir sus obras directamente a su público, sin necesidad de intermediarios. Y lo peor es que lo siguen pensando.

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