Si ayer hablé de un artículo sobre la observación y control del cerebro que leí en la revista Investigación y Ciencia, hoy quiero destacar otra curiosidad del artículo Plancton bacteriano de los océanos, también del ejemplar de diciembre de 2008.
En el artículo se quiere destacar la increible diversidad y funciones ecológicas de estos organismos que han sido tan desconocidos hasta hace relativamente poco tiempo, y de los que cada vez es posible realizar mejores estudios y seguimientos.
Resulta abrumador descubrir que en un centímetro cúbico de la zona fótica (desde la superficie hasta los 200 metros de profundidad) hay una media de 500 000 bacterias. Por debajo disminuye, pero tampoco de forma exagerada, pues hay montones de bacterias que sobreviven sin luz, ni los compuestos orgánicos más habituales, y que sí que son capaces de vivir de los compuestos químicos que salen de la corteza oceánica. Así, la cantidad estimada de bacterias en los océanos se calcula en torno a las 1029.
Pero lo que me ha llevado a escribir este post no es eso, sino su relación directa con el clima.
En buena parte, el olor a mar se debe al sulfuro de dimetilo (DMS) presente en el aire. Escapan a la atmósfera unos 100 millones de toneladas de azufre (en forma DMS) al año. Un tercio de esa cantidad se origina, mediante procesos biológicos, en los océanos. Cierta fracción procede de la actividad volcánica. La mayor parte tiene un origen antropogénico, aunque al limitarse a los continentes, su impacto en los océanos es menor.
El DMS se origina por descomposición enzimática del dimetilsulfoniopropionato (DMSP). El DMSP es uno de los compuestos orgánicos simples más abundantes en los océanos. […] Las algas liberan DMSP al medio durante la lisis por senescencia o cuando son ingeridas por el zooplancton. Las bacterias lo metabolizan para obtener energía y carbono. Liberan entonces DMS, un compuesto muy volátil que escapa a la atmósfera, donde participa en la regulación del clima.
En la atmósfera el DMS es oxidado por la radiación ultravioleta; se forman aerosoles de sulfato que condensan la humedad e incrementan así la densidad de las nubes. Dado que las nubes limitan la cantidad de radiación que llega a la superficie terrestre, provocan una disminución de la temperatura. Se estima que, en ausencia DMS, la temperatura de la atmósfera seríad e 3 a 4 ºC superior. El DMS atenúa, por tanto, el efecto invernadero. De ahí el interés en conocer los factores que regulan la concentración atmosférica de DMS.
[…] El ciclo del azufre se halla sometido a un mecanismo de retroalimentación: la liberación de DMS a la atmósfera provoca el aumento de la densidad de las nubes, con lo que disminuye la lu z que recibe el fitoplancton y se limita, por tanto, la síntesis de DMSP.
El artículo continua explicando diversas técnicas de supervivencia de diferentes tipos de bacterias, analizando los cmopuestos que metabolizan para obtener el preciado carbono, dependiendo de su abundancia o condiciones.