Pagando en el siglo XXI con métodos del XIX

Que el dinero en metálico es un producto desfasado es un hecho. Está claro que es mucho más cómodo llevar un par de tarjetas de crédito que un bolsillo cargado de monedas y billetes, no sólo por el espacio ocupado, sino por el total de crédito disponible.

Con brutal digitalización en la que estamos cada vez más inmersos, sería totalmente lógico que el dinero plástico se impusiese al viejo modelo analógico de aquí a unas décadas, desbancándolo por completo en los países desarrollados. Costará, claro, porque es algo mucho más seguro y controlado que el antiguo, con lo que manejar dinero negro y cualquier otro tipo de operación fraudulenta serán acciones mucho más complicadas (y son precisamente quienes nos gobiernan y los lobbies que los manejan los menos interesados en la transparencia y la legalidad).

En Japón, reflejo del futuro y último de los baluartes del honor en la política, hace ya tiempo que está desapareciendo el dinero real, y favoreciendo nuevos métodos tecnológicos para facilitar el uso de dinero electrónico.

En España, sin embargo y en plena crisis, nos encontramos con políticos a los que les gusta legislar siguiendo dios sabe qué propósitos y principios, y dentro de dos o tres semanas entrará en vigor una nueva ley que permitirá a los comercios trasladar las comisiones que pagan a los bancos por aceptar pagos con tarjeta a los clientes. ¿A santo de qué? Imagino que muchas pymes se sentirán asfixiadas por las abusivas comisiones que les obligan a pagar los bancos por ofrecer este servicio, y algún lumbreras de la casta política, con demasiadas acciones en algún o algunos bancos, habrá pensado que en lugar de controlar y atajar tanta comisión infame*, lo mejor era presionar aún más al consumidor. Así aprovechamos y afirmamos que ya no hay crisis, que en caso contrario no tomaríamos estas medidas. Debo señalar, que muchos comerciantes han afirmado que no aplicarán esta medida y seguirán cargando ellos con el pago de la comisión, actitud que aplaudo.

Me parece una medida totalmente ridícula y desfasada. Lo lógico sería que se defendiese la implantación de la tarjeta de crédito como modelo de pago, y proteger su uso como un derecho básico de todo ciudadano (aunque también la vivienda digna es un derecho). Habría que atajar desde el Gobierno las prácticas usureras del sector bancario y obligar a ofertar tarjetas (de crédito o débito, u otros modelos si existen) como algo totalmente natural. Es que lo que hay ahora es como si cada vez que se hace un pago en metálico tuviésemos que pagar una comisión a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.

* Nota: Y en ese artículo no aparece, pero si intentas hacer una transferencia por internet a una cuenta y utilizas espacios en lugar de guiones (o al revés) para separar los dígitos, te pueden llegar a cobrar diez o doce euros en concepto de transferencia a una cuenta inexistente. Algo que se puede comprobar con una línea de código en la aplicación y que es clara culpa del banco por aceptar entradas que no puede procesar. Esto es una anécdota totalmente real que le ocurrió a un amigo hace dos semanas.

De los DERECHOS y deberes FUNDAMENTALES

Solo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial.

—Artículo 20.5 de la Constitución Española.

Ya veremos en qué acaba todo esto (por poner uno de los miles de enlaces al respecto que rulan hoy por internet).

Jornadas R-Project finalizadas

ACTUALIZADO: Están disponibles en internet los videos de todas las charlas.


Como advertía hace un mes, la semana pasada se celebró la I Conferencia Hispana R-Project, unas jornadas que nacieron con la pretensión de reunir y afianzar el grupo de usuarios de R de la comunidad hispanoparlante, objetivos que creo han logrado.

No voy a hacer un resumen del programa, pues de eso ya se encargó Carlos Gil Bellosta hace un par de días con bastante precisión y todo lo que yo dijera sería redundante. De modo que me limito a citarlo (a modo de trabajo colaborativo, como bromeó Francesc Carmona en su blog).

Yo no utilizo habitualmente R, de hecho mi contacto con él se limitó a las prácticas de Estadística en la universidad y al desarrollo de mi PFC; al cual precisamente se debía mi presencia en estas jornadas, pues está hecho de tal forma que cualquiera puede ampliarlo con poco esfuerzo para que distribuya el código que necesite a través de una mini-red de computadores que se cree personalmente.

La verdad es que estaba bastante nervioso (¡nunca había hablado en un congreso!) y no sabía cómo iba a calar la aplicación entre los asistentes, pero parece ser que a algunos les pareció interesante y así me lo hicieron saber; lo cual no deja de ser reconfortante. Dejo enlace al pdf con mi presentación.

Debo decir, que pese a mi escasa relación con R-project, he disfrutado bastante de las charlas. Había gente de todas las áreas, tanto estadísticos puros salidos de matemáticas, como físicos, biólogos, informáticos… La inmensa mayoría pertenecían al ámbito universitario, pero también había una pequeña representación de gente venida de empresas.

El caso es que siempre hay conocimientos transversales, útiles para todos, y como informático también me ha resultado interesante desde el punto de vista de cómo se organiza una comunidad en torno al software libre.

Muchos hablaron de sus comienzos utilizando R, en los que se encontraban prácticamente solos en su entorno —robinsones como alguien definió muy acertadamente— aprendiendo poco a poco con lo que podían encontrar en internet —en inglés, claro— y sintiéndose los bichos raros de su comunidad. Más tarde llegó la lista de R-es y todo empezó a cambiar, hasta la semana pasada en la que empezaron a ponerse caras tras dos o tres años intercambiando mensajes y comenzaron a hablar de proyectos más serios para intercambiar material y conocimientos entre todos.

Casualmente esta tarde leyendo el libro Máquinas que piensan, de Pamela McCorduck he llegado al capítulo en el que relata de forma bastante detallada la que ahora se conoce como Conferencia de Dartmouth, que en 1956 sentó las bases de la investigación en Inteligencia Artificial durante las siguientes dos décadas, y que vertebró, en cierto modo, toda esta disciplina. Digo casualmente, porque esa reunión de miembros aislados de diversas áreas que fueron las jornadas de R, me ha recordado de alguna manera a lo que Pamela relata sobre aquel verano del 56 en el Darmouth College —salvando las distancias, claro—. Dice:

«[…] la Conferencia de Darmouth fue también una confluencia de diversas corrientes intelectuales del siglo XX. Ellos mismos provenían de otras corrientes, del trabajo de individuos aislados en los campos de las matemáticas, la estadística, la psicología, la ingeniería, la biología, la lingüística, y las emergentes disciplinas de la ciencia empresarial. Si algunos científicos no estuvieron presentes en la conferencia, su espíritu estuvo representado por su trabajo y algunas veces por sus colegas y alumnos.»

De algún modo, al leer estas líneas hoy en el autobús hacia la universidad, he sentido que acababa de participar en algo parecido.

Construyendo un animal racional

La que iba a ser una entrada comentando de pasada el libro y poniendo este texto al final, se ha convertido en una explicación de los temas tratados en Razones para actuar, una teoría del libre albedrío de John Searle y ya no encajaba esto que quería poner aquí.

Aparece como una de las secciones del capítulo quinto del libro, Algunos rasgos especiales de la razón práctica: altruismo fuerte como requisito lógico, y es un experimento mental en el que detalla qué tendría «implementar» alquien que desee «construir» un ser racional. Me he tomado la libertad de transcribirlo íntegro:

II – Construyendo un animal racional

Para ilustrar el papel y el carácter especiales de la razón práctica, me gustaría presentar el siguiente experimento de pensamiento. Imaginemos que alguien está diseñando y construyendo un robot que fuese un «animal racional»- El objeto del experimento de pensamiento es ilustrar las relaciones lógicas entre ciertos rasgos cruciales de la existencia humana. Seamos lo que seamos además, somos los productos de ciertos tipos de ingeniería. Podría ser ingeniería divina de la que habla la historia creacionista o, como yo pienso que es mucho más probable, podría tratarse de la ingeniería de los procesos evolutivos, no intencional, metafórica, “como-si”. Pero de una manera u otra, somos el resultado de ciertos conjuntos de procesos que han estado guiados por ciertos géneros de necesidades de diseño. Dado que somos productos de la ingeniería, aunque sólo sea ingeniería del tipo «como-si», el objeto de responder a la pregunta sobre cómo podrían diseñarse los seres racionales consiste en hacernos ver cuánto hay que poner en el diseño para ver cuánto se puede obtener como resultado de lo que se pone. ¿Qué se exige como rasgo efectivo del diseño y que se obtiene sin ese requisito?
Pues bien, lo primero que uno tiene que introducir en su robot es la conciencia. Uno tiene que construir un cerebro en el robot que tenga el poder que tienen los cerebros humanos de causar y ser el asiento de estados internos unificados y subjetivos de conciencia y sensación. Sin conciencia no se puede entrar en absoluto en el juego de la racionalidad. Pero la conciencia perceptiva pasiva no es suficiente. Se necesita la conciencia activa del actuar. Esto es: uno necesita construir un ser que sea conscientemente capaz de iniciar acciones. Además, si esas acciones han de ser acciones racionales, el robot tiene que ser capaz de embarcarse en la deliberación que habrá de coordinar sus otros estados mentales, junto con su reconocimiento de otros estados de cosas del mundo. Como observé en el capítulo 3, con los rasgos de la acción intencional y la deliberación, tenemos ya un animal que tiene los rasgos de ser capaz de actuación y de poseer un yo. Esto es, tales rasgos aparecen por añadidura una vez que tenemos un ser intencional consciente que es capaz de emprender acciones racionales teniendo como base razones. Ahora bien, la cuestión crucial se plantea de modo inmediato. Una vez que el robot tiene todo esto ¿tiene ya el mecanismo necesario para lo toma de decisiones racionales del tipo que es completamente humano? Bien, todavía no. Necesitamos introducir algunos otros rasgos.
Una vez que se tiene conciencia juntamente con intencionalidad, el siguiente elemento crucial que hay que introducir en el robot es, sin duda alguna, el lenguaje. Es importante decir exactamente qué rasgos del lenguaje se exigirían para que algo fuese un agente racional. Un animal no exige lenguaje alguno para tener estados intencionales simples como hambre y sed y , de hecho, no tiene ni siquiera un lenguaje para tomar decisiones simples, ni tampoco necesita un lenguaje para emprender algún tipo de razonamiento instrumental simple como aquél en el que toman parte los chimpancés de Köhler. Pero para tener racionalidad plena, son esenciales ciertos rasgos del lenguaje. No todos los rasgos de los lenguajes naturales humanos son esenciales para la racionalidad. Por ejemplo, los procesos racionales de pensamiento no exigen palabras para color, la voz pasiva o los artículos determinados. Pero la racionalidad humana necesita ciertos recursos lingüísticos esenciales. En primer lugar, nuestro robot tiene que tener las formas de los actos de habla básicos que ponen n relación el lenguaje con la realidad tanto con la dirección de ajuste palabra-a-mundo, como con la de mundo-a-palabra. Tiene que tener la capacidad, de manera puramente mínima, de representar cómo son las cosas del mundo (asertivos), así como la capacidad de representar cómo se intenta hacer que otros actúen en el mundo (directivos), y cómo se compromete a sí mismo a actuar con el mundo (compromisorios). Además tiene que tener la capacidad de comunicar todo esto a otros poseedores del lenguaje. El lenguaje es tanto para pensar como para hablar, pero cuando nos interesamos por el hablar, tenemos que tener un lenguaje que sea público y que capacite al robot para comunicarse con los demás. Puesto que estamos construyendo este robot a, por así decirlo, nuestra propia imagen, lo construiremos con la capacidad de comunicarse con nosotros. Además, me parece que el robot ha de tener algún conjunto de dispositivos para representar las relaciones temporales. Si es capaz de hacer planes de futuro, algo que es característico de la razón práctica, tiene que ser capaz de representar el futuro y su relación con el presente y con el pasado. ¿Qué más necesitaría? Bien, me parece que tendría que tener algún modo de articular relaciones lógicas. No necesita tener precisamente nuestro inventario de partículas lógicas, pero tiene que tener algún modo de señalar la negación, la conjunción, la implicación y la disyunción: Además, me parece que necesitaría también algún conjunto, por mínimo que fuese, de términos metalingüísticos para valorar el éxito y el fracaso en el logro de la dirección de ajuste y la coherencia lógica. Así pues, necesitaría algo dentro del rango que incluye “verdadero“ y “falso“, “válido“ e “inválido“, “exacto“ e“ inexacto“, “relevante“ e “irrelevante“. Ahora que le hemos conferido tosa esta porción de lenguaje podríamos también darle un nombre. Llamémoslo “La Bestia”.
Ahora bien, aquí está el meollo del experimento de pensamiento: una vez que La Bestia tiene todo esto, tiene ya el aparato esencial para los rasgos distintivamente humanos de los procesos racionales de pensamiento y conducta racional. Tiene una forma de racionalidad que va bastante más allá de los chimpancés racionales que discutíamos en el capítulo 1. Específicamente, una vez que La Bestia tiene actos de habla, tiene la potencialidad de tener razones para la acción independientes del deseo, tiene de hecho el requisito de la razón para la acción independiente del deseo, puesto que prácticamente todo acto de habla incluye algún compromiso de un género u ¬otro. Los ejemplos famosos son actos de habla como prometer, donde el hablante se compromete a llevar a cabo un futuro curso de acción, pero el aseverar compromete al hablante con la verdad de la proposición aseverada, y las órdenes comprometen al hablante con la creencia de que la persona a la que se le da la orden es capaz de cumplirla, con el deseo de que haga lo que se le ordena y con conceder permiso al oyente  para que lo haga. Dicho brevemente: lo que la gente ha pensado que es el elemento distintivo de prometer –a saber: compromiso u obligación—, impregna efectivamente casi todos los actos de habla. La única excepción en la que puedo pensar es en el caso de expresivos simples como “¡Ay!”, “¡Maldición!” o “¡Hurra!”, e incluso éstos comprometen al hablante con el hecho de tener determinadas actitudes.
El rasgo extraño de nuestra tradición intelectual, de acuerdo con el cual ningún conjunto de enunciados verdaderos que describa cómo son las cosas del mundo jamás puede implicar lógicamente un enunciado sobre cómo tales cosas deberían ser, consiste en que la propia terminología en que se enuncia la tesis, la refuta. Así, por ejemplo, decir que algo es verdadero, ya es decir que uno debe creerlo, que, siendo iguales las demás cosas, uno no debería negarse a aceptarlo. La noción de inferencia válida es tal que, si p puede inferirse válidamente de q, entonces alguien que asevere p no debería negarse a aceptar q, que cualquiera que esté comprometido con p debería reconocer su compromiso con q.
El meollo del experimento de pensamiento puede también expresarse del modo siguiente: una vez que se tiene el aparato de la conciencia, la intencionalidad y el lenguaje, y éste es lo suficientemente rico para realizar varios tipos de actos de habla y  expresar diversas relaciones lógicas y temporales, entonces ya se tiene el aparato necesario para la racionalidad. La racionalidad no es un módulo o facultad añadida. Ya está incorporada en el aparato que hemos descrito. Es más, en el aparato que hemos descrito ya está incorporado algo más rico que la racionalidad instrumental, o de medios-fines, puesto que tenemos la potencialidad, tenemos de hecho el requisito de las razones para la acción independientes del deseo, esto es: externas.

—John Searle, en Razones para actuar.

La siguiente sección del capítulo se llama Egoísmo y altruismo en La Bestia, y también es igual de interesante. Quizás otro día me aventure a copiarla, pero no lo he encontrado en pdf y esto tuve que escribirlo yo a mano.

Razones para actuar: Una teoría del libre albedrío

John Searle es uno de los más importantes filósofos sobre la mente de la actualidad. De hecho es uno de los más brillantes filósofos que hay actualmente. Sus contribuciones a los campos del lenguaje, la conciencia o la racionalidad son fundamentales. Además, es un tremendo crítico de la Inteligencia Artificial, siendo uno de sus ataques más populares el de la habitación china (que ya nombré en su día). También hizo en su día un famoso análisis sobre los actos del habla, en los que reseña la diferencia del significado (ilocución) de una misma frase según la entonación del hablante.

Como en la asignatura de Sistemas Cognitivos del año pasado nos nombraron en más de una ocasión a Searle, cuando me cogí un porrón de libros para hacer el trabajo, me llevé el único de John Searle que había en la biblioteca Razones para actuar: Una teoría del libre albedrío. Debo confesar que con un título así casi me daba vergüenza leerlo en público, porque parece más un libro de autoayuda que sobre teoría de la mente, pero bueno.

He de decir que me ha resultado bastante dura su lectura, y que si lo he terminado ha sido por mis santos cojones. Hay partes muy densas y otras que son excesiva filosofía para la que no estoy preparado, pero aún así, siempre se sacan cosas interesantes. En el libro critica el modelo clásico de la racionalidad, exponiendo todos los fallos que él le encuentra, como la situación de tomar formalmente una decisión y, a la hora de la verdad, no realizarla. O cómo puede explicarse racionalmente el altruismo de una forma consistente, o decir la verdad o hacer una promesa. Analiza qué es una razón para la acción y cómo creamos razones para la acción independientes del deseo.

Esto último ocurre, por ejemplo, cuando pagamos una cerveza. Según el modelo clásico de la racionalidad, las acciones vienen precedidas de deseos. La racionalidad se define como el método de buscar los medios para alcanzar unos fines (nuestros deseos) pero no crea esos fines ni es tarea suya elegirlos. Cuando pagas una cerveza, realmente no es algo que quieras hacer, sino que es algo que debes hacer, algo que aceptas cuando la pides. Las acciones independientes del deseo forman parte muchas veces de acuerdos tácitos fundamentales para vivir en sociedad.

Durante el ensayo, además trata de explicar la racionalidad del altruismo, de decir la verdad y de cumplir las promesas; en resumen, la estructura básica del compromiso; muy relacionado todo con el anterior punto.

También hace visible la brecha existente entre la decisión de realizar una acción y la realización misma de ella. Afirma que esta brecha es real, puesto que si decidir realizar una acción fuese una causa eficiente de la acción, sólo tendríamos que sentarnos y esperar a ver cómo se suceden nuestras decisiones, y es algo que efectivamente no ocurre, de modo que hay algo más detrás de las acciones y de nuestra intención hacia ellas. Del mismo modo, señala que en ocasiones podemos formarnos la firme intención de realizar una acción, y no llegar a realizarla en el último momento. Es lo que se denomina debilidad de la voluntad, o akrasia. El modelo clásico de la racionalidad salva este hecho (mucho más habitual de lo que puede parecer a primera vista) afirmando que la persona no había decidido realmente realizar esa acción, algunos autores incluso afirman que la akrasia no puede existir de forma lógica. Searle, simplemente, afirma que en el momento de realizar la acción existen un rango indefinido de otros deseos que puedes preferir satisfacer en ese momento y que invalidan la acción que ibas a tomar (lo defiende con el libre albedrío).

Reconocimiento de voz

Puf, qué dejado tenía esto. Llevo casi un mes sin escribir nada. Entre prácticas de clase que se me van acumulando, y lo que tengo que ir haciendo del trabajo, apenas tengo tiempo de nada. No sólo para escribir por aquí, sino de leer por otras partes, con lo que tampoco tengo demasiado que contar. Pero vamos al tema.

El reconocimiento de voz es un campo de investigación de la informática y la IA que parece estar avanzando a pasos agigantados. Hace años que venden la moto de programas de texto a los que en lugar de teclear, dictas; o sistemas que ejecutan acciones ordenadas verbalmente en lugar de a golpe de ratón. Incluso una extraña combinación de ambas con el resultado de docenas de videos graciosos por internet. (vale que todos los enlaces son del Vista, pero ya hace tiempo que había visto cosas así).

El caso es que este último mes he podido ver dos ejemplos que muestran lo adelantado que está esté tema en la actualidad. A finales de octubre descubría en Microsiervos la aplicación Jibbigo, un programa (por ahora para el iPhone) que traduce inglés-español en tiempo real. Bueno, siendo exactos no es tiempo real como haría un traductor profesional traduciendo al paso, sino que dices una frase y haces que la traduzca al instante. Vale más un video que 24 000 por (duración en segudos del video) palabras.

Me parece sencillamente increible. Como bien dicen los Microsiervos inspirados en el Autoestopista Galáctico, imaginad dentro de unos años cuando esto funcione para cualquier idioma y pueda llevarse en la oreja como unos auriculares o un aparato auditivo de los que lleva la gente con sordera. Las posibilidades de comunicarse con cualquier otro ser humano de la tierra se amplian hasta el infinito.

Por otro lado, esta semana Google ha presentado en Youtube un sistema en el que está trabajando para añadir subtítulos de forma automática a los videos. Supongo que esto ha sido la evolución lógica de otra herramienta que sacaron el año pasado, Google Audio Indexing, que convertía a texto los diálogos de los videos para poder buscar en ellos según el contenido.

Aquí puede verse cómo el desarrollo de una herramienta con fines puramente comerciales y necesarios para Google, se ha utilizado para crear una aplicación 100% para el usuario. Estos fines que nombro son por un lado el ofrecer una búsqueda apropiada de videos por el contenido y no sólo por su nombre o descripción, y el conseguir que la publicidad dentro de los videos sea más acorde con el contenido de los mismos.

Pero ahora, un ingeniero sordo de la compañía pensó: ya tenemos el sonido convertido a texto ¿Por qué no permitir mostrarlo a los usuarios? Ya hace tiempo que se permitía que al subir el vídeo se acompañase de un fichero con subtítulos, pero es un mínimo porcentaje de videos los que los llevan, supongo que por lo tedioso del asunto (un archivo de subtítulos no es sólo texto, sino que cada frase ha de acompañarse con el segundo en el que debe aparecer y desaparecer). De todas formas, también han facilitado esta tarea, pues a la vez que presentaban el «Automatic Caption» han lanzado el «Automatic timing», que permite subir subtítulos sin definir los segundos, y su propia tecnología analiza el video y el texto y decide automáticamente cómo sincronizarlo.

Por supuesto, esto no acaba aquí. Todo esto de los subtítulos y el indexado por ahora lo tienen restringido a ciertos canales y, obviamente, sólo en inglés. Pero una vez la herramienta funcione suficientemente bien, estará disponible para cualquier video y, en un principio, podrán hacer uso de su traductor (video demostración) para subtitular videos en inglés a cualquier idioma. Esto a corto plazo, claro, tendremos que esperar más para que funcione en todas direcciones.

El Hormiguero

Pese a no haber dejado constancia por aquí hasta ahora, los que me conocen saben que me parece una auténtica birria de programa. Generalmente me gusta definirlo como Un conjunto de despropósitos, y estoy seguro de que es una acertadísima descripción.

También a algunos les pasé link al blog Anti Pablo Motos, en el que me he echado algunas risas leyendo sus opiniones y descripciones de programas.

Hoy he encontrado un artículo increíblemente acertado criticando al programa, escrito por un tal Ramón de España para El Periódico. Citaré un par de frases:

«No sé si es un programa infantil en horario adulto o si es que la estupidez del español medio ha crecido de manera exponencial durante los últimos años y yo no me he enterado. Reina allí una alegría tontiloca e irritante basada, evidentemente, en el triunfo de la voluntad. […]

Si usted acudía a El hormiguero porque acaba de publicar un libro, estrenar un filme o dar con la vacuna del sida, olvídese de cualquier pretensión didáctica: la muchachada que ve el programa solo recordará a alguien en cuyo rostro asomaban la vergüenza y el estupor propios de quien acaba de ser violado en público y duda entre llamar a la policía o suicidarse.»

I Conferencia R-Project Hispana

Hace años (allá por los 80) existía un potente programa para cálculos estadísticos llamado S. Comenzó en los 90 una implementación libre del mismo a la que llamaron R. Qué cachondos.

R es en sí mismo un lenguaje de programación (orientado a objetos) y para que todo el mundo entienda mejor en qué consiste, es una especie de Matlab, pero orientado a la estadística y el cálculo numérico.

Poco a poco el R-project fue ganando fuerza, y en la actualidad es prácticamente el estándar en el mundo de la estadística, de hecho es el más potente programa en este campo. Desde hace unos diez años se llevan celebrando unas conferencias de la comunidad de usuarios a nivel mundial, y en la de éste último año (en París) acudieron estadísticos de renombre; tipos que están vivos y se están usando teoremas y herramientas matemáticas desarrolladas por ellos en este campo. Es decir, R no es algo que utilicen cuatro frikis linuxeros.

Este año, la comunidad de usuarios de R en España se propuso organizar aquí unas conferencias, y finalmente serán el 26 y 27 de noviembre en la Universidad de Murcia. Para quien no pueda acudir y esté interesado en el tema, serán retransmitidas en directo por streaming (a través de internet).

También debo decir, que el director de mi Proyecto Fin de Carrera me sugirió que podría ser muy interesante ir a presentarlo allí, puesto que ahora mismo la computación distribuida y las redes de cálculo son un tema muy debatido entre los usuarios de R, y de hecho habrá algunas charlas sobre estos temas. Así que como consiguió «engañarme», si aceptan la propuesta es muy probable que me toque dar una charla al respecto  (lo cual cada día que pasa me va dando un poco más de cague :P). Lástima que allí no vaya a interesar exactamente lo mismo que cuando presenté el PFC en la carrera, así que tendré que preparar una presentación distinta reseñando otros aspectos.