Llegado el año 49, la empresa patentó el horno microondas, pero nadie se creyó que aquel “cacharro” sirviera para nada. Bajo la marca Radarange, pusieron a la venta a principios de los cincuenta los primeros hornos microondas caseros, eran grandes como frigoríficos y, además, eran carísimos. Un modelo del 54 podía salir por casi 3.000 dólares de la época. Como era de esperar, no se vendieron muchos.
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Esto me ha recordado al experimento de medir la velocidad de la luz con un microondas y un regaliz, supongo que lo conoces:
http://weblogs.madrimasd.org/astrofisica/archive/2006/07/31/34948.aspx
Por supuesto. Es un experimento genial. También vi la versión con un tranchete de queso, que queda mucho más explicito.
La verdad es que no sé porqué no lo puse por aquí, pero creo que estuve a punto.
Saludos!